miércoles, 4 de febrero de 2009

LECTURA RECOMENDADA

El hombre mediocre, de José Ingenieros (1877-1925)

Fragmentos al azar

Evolucionar es variar. En la evolución humana, el pensamiento varía incesantemente. Toda variación es adquirida por temperamentos predispuestos ; las variaciones útiles tienden a conservarse. La experiencia determina la formación natural de conceptos genéricos, cada vez más sintéticos ; la imaginación abstrae de éstos ciertos caracteres comunes, elaborando ideas generales que pueden ser hipótesis acerca del incesante devenir: así se forman los ideales que para el hombre, son normativos de la conducta en consonancia con sus hipótesis. Ellos no son apriorísticos, sino inducidos de una vasta experiencia ; sobre ella se empina la imaginación para prever el sentido en que varía la humanidad. Todo ideal representa un nuevo estado de equilibrio entre el pasado y el porvenir.
Los ideales pueden no ser verdades ; son creencias. Su fuerza estriba en sus elementos afectivos: influyen sobre nuestra conducta en la medida en que los creemos. Por eso la representación abstracta de las variaciones futuras adquiere un valor moral: las más provechosas a la especie son concebidas como perfeccionamientos. Lo futuro se identifica con lo futuro. Y los ideales, por ser visiones anticipadas de lo venidero, influyen sobre la conducta y son el instrumento natural de todo progreso humano.
Mientras la instrucción se limita a extender las nociones que la experiencia actual considera
más exactas, la educación consiste en sugerir ideales que se presumen propicios a la perfección.

En el vaivén eterno de las eras,el porvenir es siempre de los visionarios.

El odio que injuria y ofende es temible;la envidia que calla y conspira es repugnante.

La dicha de los fecundos martiriza a los eunucos vertiendo en su corazón gotas de hiel que los amargan por toda la existencia;este dolor es la gloria involuntaria de los otros,la sanción más indestructible de su talento en la acción o el pensar.Las palabras y las muecas del envidioso se pierden en la ciénaga donde se arrastra,como silbidos de reptiles que saludan el vuelo sereno del águila que pasa en la altura.Sin oírlos.

El que aspira a parecer renuncia ser.

El hombre es. La sombra parece.El hombre pone su honor en mérito propio y es juez supremo de sí mismo;asciende a la dignidad.La sombra pone el suyo en la estimación ajena y renuncia a juzgarse;desciende a la vanidad.

El mal no se corrige con la complacencia o la complicidad;es nocivo como los venenos y debe oponérsele antídotos eficaces:la reprobación y el desprecio.

La emulación presume un afán de equivalencia,implica la posibilidad de un nivelamiento;saluda a los fuertes que van camino a la gloria,marchando ella también.Sólo el impotente,convicto y confeso,emponzoña su espíritu hostilizando la marcha de los que no puede seguir.

El envidioso pasivo es de cepa servil.Si intenta practicar el bien,se equivoca hasta el asesinato...No retrocede ante ninguna bajeza,cuando un astro se levanta en su horizonte : persigue el mérito hasta dentro de su tumba.


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